lunes, 27 de agosto de 2012

Capítulo 21 (Blair)


Esa mañana me despierto con ganas de hacer tarta, de chocolate y frambuesas. Me encanta cómo suena 'frambuesas' suena a rico, a dulce. Así que busco en internet y doy con una receta fácil y la copio antes de desayunar, me bebo medio vaso de café, cojo las llaves y salgo hacia el supermercado. El día está nublado y fresco, como en mi querido Londres.
Miro la lista, me queda la leche y las frambuesas, que son totalmente imprescindibles. Camino con la cesta en la mano, buscando leche sin nata y me choco con un par de figuras.
-Scusa!
-No pasa nada -dice una de las figuras.
-¡Carlotta!
Le doy un par de besos y otros dos a Sergio. Y noto lo cómodo que está él y lo incómoda que está ella.

-¿Cómo os va todo? -pregunto, deseando terminar con la conversación.
-Bien, eh... voy a ir cogiendo... ya sabes.
Carlotta se aleja y me doy cuenta de que se sigue acordando de Niall, mala suerte, guapa. Sergio sigue mirándome

-A mí me va todo muy bien, Blair. ¿Te apetece quedar algún día? Oh se me olvidaba, es posible que... ¿Zayn? se ponga celoso. No queremos eso, ¿verdad que no? -se ríe, encantado de ponerme en una situación incómoda.
Mencionar el nombre de Zayn no es buena idea, pero decido no aclararle que Zayn no tendría de qué ponerse celoso. Es decir, Sergio no puede llegar a su altura ni de lejos... Caigo en que Zayn y yo ya no nos hablamos. En que a él no le importó besarse con otra.

-Claro, Sergio, ¿por qué no? Zayn tendrá que aguantarse.
Me sigue el juego e intercambiamos teléfonos, luego se despide de mí con una sonrisa siniestra y camina hacia Carlotta.
-Io non credo che sia una buona idea -le dice, pero él la ignora.

Cojo un paquete de frambuesas enorme y me las voy comiendo por el camino, decidiéndome entre llamar a Sergio y quedar con él o no. No es taaaaaaaan mala idea, ¿no? Sergio no era como Marco, que trató fatal a Alai.
Pongo a calentar el horno y no sé qué qué hacer. Es ya la 1 y media del mediodía y en casa no parece haber nadie, hago un repaso mental. Nora y Liam han dormido en la casa de él y Harry y Alai deberían estar arriba. Bueno, ya se despertarán; y yo tendré tarta para todos.
Dos de la tarde, la tarta ya está enfriándose en la nevera.
Tres de la tarde, he comido pizza y sigo pareciendo el único ser humano sobre la faz de la tierra. No quiero estar más tiempo sola, no me gusta. Podría haber pasado cualquier cosa. Voy hasta el teléfono, pero no marco, me mantengo con el auricular en la oreja, valorando las opciones. Podría llamar y me podría contestar Zayn; podría llamar y que me pasaran a Zayn a traición; podría llamar y que todos sigan durmiendo; podría llamar y que Nora ya esté viniendo hacia aquí. Si no llamo, no sé dónde está Nora, no sé qué tal le fue a Niall con Niki. Pero no quiero llamar... Me decido a subir las escaleras y ver si Alai y Haz están despiertos o no. Mi móvil suena cuando estoy a mitad. Maldigo, chillo y corro hasta cogerlo. Descuelgo preguntándome cómo es que todavía no he cambiado mi tono de llamada: Lollipop, de Lil Wayne.
-¿Sí?
-¿Blair?
-¿Quién es?
Miro la pantalla a la vez que dice: "Sergio".
-Ah, Sergio.
-¿Esperabas alguna otra llamada?
-No -miento, siempre quedaba la esperanza de que fuera Malik o, como mínimo, Nora- ¿qué tal?
-Bien, bien. ¿Damos una vuelta esta tarde?
-Eh -respira, respira. Es la mejor opción y lo sabes, aunque te dé asco la idea. Gran suspiro -, sí, claro. ¿Dónde quedamos?
No me puedo creer que lo haya hecho de verdad. Estoy tremendamente avergonzada. He quedado con Sergio, con Sergio, es decir, ¿cómo se me ha ocurrido? Pero lo peor es que sé la respuesta: estoy desesperada. Me acuerdo de la ropa que llevaba Sergio la última vez que le vi y decido no preocuparme, coger lo primero que caiga del abarrotado armario.
Estoy llegando y contando los pasos que voy dando en mi mente para evitar salir corriendo en dirección a mi cómoda cama, esconderme bajo las sábanas y pretender que nunca he quedado con él. Suena mi móvil, ¡salvación!
-¿Blair? ¿Estás en casa?
-¡Nora! ¿Qué tal estás? ¡Estaba MUY preocupada por ti!
-Blair, ¿estás en casa? -me preocupo por ella y ella a su tema, gran suspiro.
-No, no estoy en casa. ¿Se puede saber qué pasa?
-Mierda, mierda, mierda. Harry y Alai discutieron ayer otra vez y él no sabe dónde está. ¿Puedes pasarte a casa y confirmar que está allí?
-¿Cómo? Nora, por dios, va a estar ahí, ¿adónde podría haber ido? Deja de preocuparte.
-Por favor, Blair, por favor, ve a casa y comprueba que está allí. Por favor. Estoy con Liam, en su casa.
Noto cómo evita decir que Zayn también está ahí. Me hierve la sangre. Que ella tenga novio y yo no no quiere decir que tenga todo el día libre para hacerle recados. Alai estará bien y si no se fía, que lo compruebe ella. Y así se lo digo.
-Y que te lo pases bien con tu Lili-pú. Ah, y dile a Zayn de mi parte que es idiota.
Cuelgo con tanta rabia que casi destrozo el teléfono. Segundos después sonrío y saludo a Sergio.
Esto va de mal en peor. No veo más que defectos en Sergio. Tiene la nariz muy larga, los ojos muy juntos, el pelo demasiado claro. Todo lo que no es igual a Zayn me molesta. Me pregunto si tendré que vivir con este dolor toda la vida.
-¿Vamos a la playa? Unos amigos míos han hecho una fiesta y...
-¿Fiesta? -me pregunto si habrá alcohol..
-Sí, si quieres...
-Claro, maravilloso, vayamos -¡¡¡Síiiiiiii!!!
Dos vasos de ginebra, cuatro de vodka, tres chupitos de tequila, otros dos vasos de ron y dos pastillas para el dolor de cabeza es exactamente todo lo que me meto en el cuerpo esa noche. Cuando me llevan a casa, ni siquiera sé por dónde me da el aire. Sergio me mantiene agarrada en la puerta mientras abre con mis propias llaves. Ay, qué dulce es no enterarse de nada. Subo las escaleras a cuatro patas cuando le cierro la puerta en las narices a Sergio, antes de que intentara entrar. Dios, el suelo se mueve, las paredes se mueven, las piernas se mueven y no las muevo yo. Me río, debo parecer una cucaracha, me pregunto qué ruido hacen las cucarachas. Algo como: iihh, iiih. Asqueroso y en plan chillido, claramente. Hago como que tengo antenas en la cabeza con las manos y me arrastro hasta mi cuarto. Todo esto es culpa de Blair. No, espera, de Blair no. De Zayn, eso es, todo es culpa de Zayn. Ese capullo engreído, mujeriego, mentiroso, guapísimo, idiota, borracho, perfecto. Algo falla. Me vuelvo a reír cuando me meto en la cama. Voy a vomitar, el techo y la lámpara no dejan de dar vueltas, no paran de moverse. Técnica del ancla, rápido. Los ojos se me cierran pero consigo sacar el pie y apoyarlo en el suelo, al instante el techo deja de moverse. O al menos se mueve menos. Cómo echo de menos a Niall, y a Nors. Sobretodo a Niall, porque ahora no va a estar conmigo casi nada, por Niki. Niki. Hasta su nombre suena estúpido. Agh, odio esta sensación, ¿por qué Niki? ¿por qué no se queda conmigo? Le necesito más que nunca. Pero no, va a estar con Niki. Oh dios mío, ¿estoy celosa? No, no puedo estarlo, Niall es mi mejor amigo. Pero le necesito para estar bien, porque es mi amigo, porque siempre me ayuda y me hace olvidarme de Zayn. Vale, igual es posible que sienta algo por él... pero el caso es el qué. No, no puede ser, es que no puede ser. Dios, estoy paranoica. Me pongo a llorar. ¿Y ahora por qué lloro? Por Zayn, por Niall, por Nors, por Lili o Liam, por Alai, por Harry, por Louis y Hannah, por Carlotta y Sergio, incluso. Consigo dormirme y no me acuerdo de si pensaba en Zayn, en Niall o en ambos.
Me levanto al día siguiente con un increíble dolor de cabeza, la boca seca y una sensación extraña de vacío. No consigo desayunar, pero me bebo todo el zumo de naranja que consigo hacer yo sola sin quemar la cocina. Está riquísimo. Debería tomarme algo para el dolor de cabeza, busco y me tomo otras dos pastillas como las que creo que me tomé anoche. Dios, creo que nunca he tenido tanta resaca. Alai y Nora están ya despiertas, sin hacer nada, en el suelo y cuando aparezco, ambas me miran sin decir nada. Alai se echa a llorar.
-¿Qué...?
Nora niega con la cabeza y veo que tiene el tobillo vendado. Mierda. No podía ir hasta casa por el tobillo. Mierda, mierda. Me indica que me siente a su lado y me acerco a su oído.
-Nors, lo siento.. el tobillo... no...
-Shh.
-Otra vez, Blair, otra puñetera vez.
-¿Cómo?
-Ha vuelto a pasar, me ha vuelto a dejar caer. Me lo prometió, me dio su palabra. Y fíjate.
Alai llora sin consuelo, berrea, llora, chilla, se queja, llora, moquea, y berrea más. Nora no consigue decirle nada que la calme, está histérica. Yo estoy en shock.
-Me dijo que desde el primer momento se fijó en mí, que me vio perfecta. Que pensó que tenía que hacerme suya. Pero no. No puede callarse y tiene que añadir que todo ha sido mi culpa. Que podríamos haber estado juntos y bien desde el principio. Que yo me comportaba como una niña mimada.
Nora suspira. Intento respirar.
-Pero no es verdad. Él me odiaba, vosotros lo sabíais, me odiaba, no podía soportarme. ¡Y sigue vengándose de mí por meterme contigo! -le chilla a Nora y se vuelve a echar a llorar-. Lo siento tanto, Nora. Joder -llora más fuerte.
Nora sale a la terraza y me pregunto por qué estará tan rara con nosotras. Después de todo, a ella no le he llorado, le he llorado casi siempre a Niall. Abrazo a Alai y dejo que termine de llorar, diferentemente de otras veces, no me uno a ella, y a ella le cuesta menos tiempo parar y tranquilizarse.
-¿Sabes qué hice ayer? -niega con la cabeza y piensa en Harry, pero se muerde el labio antes que seguir llorando -. Quedé con Sergio, el amigo de Carlotta.
-¿Qué hiciste qué?
-Le echaba de menos... A Sergio no, al otro -evito decir su nombre y quedo como si fuera tonta-. Me encontré con Sergio en el supermercado, me dió su número y simplemente quedamos.
-¿Hiciste eso porque echabas de menos a Zayn?
-Sí. Y no sólo eso. Si no que me emborraché como una maldita jefa. Tuve que subir las escaleras a cuatro patas.
Se echa a reír.
-Bueno, yo soy peor. He pasado la noche en la playa, llorando y comiendo helado. He aparecido esta mañana.
Nos reímos las dos.
-Damos pena -sentencio.
-Deberíamos hacer algo al respecto, ¿y si salimos? Palermo es enorme, tiene que haber tíos mejores para nosotras.
-No sé, Alai...
-Veenga, Blair, ¡no podemos estar así! ¡Sólo son tíos! ¡Tienen pito!
Me asusta tanto que decido darle la razón. Para cuando Nora vuelve, estoy totalmente convencida de la idea de salir. Nos sentamos por fin en el sofá, está calentito, al contrario que el suelo. Mis glúteos lo agradecen. Entra Nora y Alai finge no prestarle casi atención.
-Blair y yo vamos a salir esta noche.
-¿Perdona? -peligro, peligro, evacuar. Pero Alai no se echa atrás, y yo le sigo el rollo.
-Sí, sí, nos vamos de fiesta -insiste.
-No vais a salir.
-Claro que sí, mis amigos dan una fiesta, lo pasaremos bien ¿quieres venir acaso?
-No, gracias.
Nora se ha cabreado pero Alai no rechaza la idea, y a mí me hace demasiada ilusión ya.
-Por eso.
Llaman al timbre y aparece Hannah. Le saludo efusivamente con la mano y le lanzo un beso. Me mira como si acabara de arrancarme un brazo y se lo hubiera tirado. Se queda a comer pero después se marcha y Alai y yo aprovechamos para subir a su cuarto.
-¿Sabes de qué me he enterado? -dice cuando cierra la puerta y pone tono misterioso.
-¿De qué?
-Louis va a llevar a Hannah de fin de semana romántico. Se van hoy, en barco, a un pueblo con una playa un poco perdido de la mano de dios. Pero romántico al fin y al cabo.
Siento como si algo frío me atravesara. Nuestro viaje, nuestro fin de semana. Iba a ser el paraíso. Me trago todo lo que tengo dentro y lo transformo en ganas de salir. Se acabó Zayn, se acabó echarle de menos. A por italianos.
Cuando vuelvo a concentrarme en la habitación, hay un montón de zapatos, maquillaje, vestidos, accesorios y sobre todo una infinidad de bolsos repartidos por la habitación. Voy eligiendo modelitos y me pruebo hasta que doy con el adecuado. Nora nos interrumpe, como siempre, de mal café.
-¿Por dónde se supone que tengo que pasar?
-¿Qué haces aquí, Nora? Pensaba que había quedado claro que no, no nos vas a hacer cambiar de opinión -dice Alai.
Pienso que si esta es la Alai "buena" y la Nora "buena" no quiero ni pensar cómo discutían cuando ambas eran malas arpías rodeadas de miniyos. Nora está a punto de decir una barbaridad, intervengo.
-No puedes prohibirnos no salir, así que...
Me mira hecha una furia y sale de la habitación.
-Está muy cabreada -dice Alai.
-Mejor -contesto.
Bajamos al rato, y nos despedimos de Liam, que nos da las gracias en silencio y sonríe.
-Vamos a arrasar -susurra cuando salimos
Pienso en que estamos haciendo algo mal, pero le sigo fuera de la casa, hasta un club, sin
decir una palabra. A pesar de que estoy nerviosa y de que tengo la tripa revuelta, cuando entro al sitio al que me ha traído Alai, no puedo evitar flipar.
techo, salas VIP en el segundo piso en forma de pasarela que rodea todo el primero. Me
quedo sin aliento, Alai me da la mano y me dirige a la barra. Habla con el camarero en inglés,
lo conoce. Consigue que nos invite a dos enormes copas. Me la bebo de un sólo trago y me
pongo a pensar en Zayn, ¿qué estará haciendo ahora? Alai me mueve otra vez y entramos en
una sala VIP sin que nadie nos mire dos veces y nos sentamos al lado de una chica.
-Me echabais de menos, ¿eh? -Alai ha adoptado postura de abeja reina sentándose entre las seis personas que estaban en los mullidos sofás, y me sienta a su lado.
Nadie parece acordarse de que desterraron a Alai a principios de verano, así que ella sigue hablando, pidiendo copas y haciendo como que se interesa por las novedades que ellos le cuentan. Pero está tan ausente que no sé cómo nadie más se ha dado cuenta. No mira a nadie a los ojos, sonríe con la típica sonrisa-foto que se pone sin más, no para de beber... Pero caigo en la cuenta. Por el hecho de que la echaran del grupo. No se dan cuenta porque realmente no les importa. Ninguna de las personas que están ahí se preocupan por los demás. Vuelvo a beber y me llena un sentimiento de vacío. Empiezo a entender por qué Nora y, especialmente Alai se esfuerzan tanto por encajar. Dios, es, no sé, es tan raro, tan superficial.
-Enseguida vamos a bajar a bailar. No te fíes del rizos, hazme caso, ¿vale? -me susurra al oído.
Ya lleva unas copas de más y decido que la que no se tiene que fiar es ella, me toca vigilarla. Pero no es problema, si bebe demasiado seguramente acabe llorando así que tendré que consolarla. Lloraré yo también y es posibl...
-Oh, gracias -mi cuarta copa de la noche. De un trago.

Bajamos a la pista y al instante pierdo a Alai. Me maravilla cómo consigo todos mis propósitos. El chico de rizos sobre el que me ha advertido viene al segundo a mi lado.
-¿Cómo te llamas, preciosa?
Me asquea el modo en el que me llama tal y como lo hacía Zayn, pero contesto amablemente, ya que trae copas. 


-Me llamo Andrea -dice y se lleva el dorso de mi mano a la boca, y le da un beso. Me aguanto las ganas que tengo de vomitarle encima.
Baila conmigo y me trae una copa tras otra. Cada vez tengo más calor y hago más el idiota. Pasa el tiempo pero no me doy cuenta de ello. A la décimocuarta copa no sé ni por dónde me da el aire. Me duele la cabeza tanto que me tomo una pastilla con un buen trago de martini. Me caigo varias veces y Andrea tiene que levantarme a pulso, ya que yo ni siquiera me esfuerzo. Cada vez tengo menos ganas de nada, y tengo que controlarme mucho para no llorar y pensar sobre Zayn Malik. El único momento en el que consigo olvidarme es mientras estoy tragando una copa, así que no dejo de hacerlo. Por momentos voy teniendo más y más calor. Pretendo quitarme el vestido pero sé que no debo hacerlo. Dudo entre decírselo a Andrea y que me consiga hielo para refrescarme aunque sea la cara y los brazos.

-¿Quieres pasarlo mejor que ahora? -me ofrece.
Mi poca consciencia decide aceptar. Andrea me da la mano y me lleva a lo que creo que es la parte trasera del sitio, aunque tenemos que esquivar a tanta gente por el camino que me mareo y dejo de saber que dirección estoy andando.
Nada más llegar al sitio que llaman La Zona, vomito sobre el suelo y una de las camareras se acerca con la fregona a recoger el estropicio. Intento disculparme pero no articulo sílabas. Mi acompañante se inclina sobre una mesa y en aproximadamente tres segundos está esnifando una raya de cocaína. Me asusto.
Me agarra el brazo y me sienta a su lado. No tengo fuerza y todo mi entusiasmo ha desaparecido. Alguien me ofrece una copa y me la bebo sin pensar. Al rato, lloro. Andrea me está besando el cuello pero soy incapaz de moverme. Quiero gritar pero no puedo. Quiero correr pero mis piernas no se mueven. Estoy tumbada en un sofá y me duele todo el cuerpo. Me he caído varias veces. Zayn. Me aferro a cómo suena su nombre y a todo lo que me recuerda. Andrea sigue besándome, acariciando mis brazos, estoy muerta del asco. Se separa de mí y veo que en el bolsillo tiene una bolsita de pastillas blancas. No me jodas. No, no puede ser. Se me cierran los ojos. No.

-Vámonos de aquí -dice.
Me levanta pero me resisto. Me comporto como un peso muerto, le intento arañar a la vez que dejo de oír y ver todo lo que hay a mi alrededor. Me mueve de un lado al otro y abre una puerta. Le miro y veo lo que pretende hacer, me resisto, le pego patadas, no sé si sigo llevando puestos mis zapatos. Si es así, le clavo el tacón en el pie. La puerta da a la calle, unos metros más adelante de la entrada del club, en la oscuridad. Cierro los ojos y antes de que me abandone a la gravedad, se me ocurren dos únicas preguntas en la locura que es mi mente: ¿Dónde estás? ¿Sigues pensando en mí?. Ni siquiera noto el golpe contra el suelo.

Cuando vuelvo a abrir los ojos, estoy en la calle, en el suelo, tirada. No noto si hace frío o calor. Veo entre doble y desenfocado. Intento sentarme para comprobar si estoy bien pero no tengo suficiente fuerza. Distingo lo que parecen ser moratones cubriéndome las piernas. Trago con dificultad, sin dejar que se me cierren los ojos y reúno fuerza para sentarme contra la pared más cercana. Apoyo la frente con fuerza contra el cemento, reclamando sentir dolor o, al menos, sentir algo e intentando evitar que se me caiga la cabeza. Tengo las manos y la lengua hinchadas; un dolor palpitante en la cabeza y el pitido insoportable de mi mente parece poco dispuesto a irse así como así. Muevo una mano ligeramente y compruebo que el vestido de Alai está roto. Noto el sabor de la sangre en la boca e intuyo que no se avecina nada bueno. Me da por imaginar cómo se pondrá Alai cuando vea su vestido de Channel roto. No sé en qué estaba pensando para venir a una fiesta con la gente que ya me amargó la vida una vez. Y ahora estoy tirada en la calle, sin acordarme de nada y echa un puñetero desastre. ¿Y todo por qué? Porque soy incapaz de mirar a Zayn a la cara y... Oh, Zayn. Me echo a llorar. Sigo sin notar los brazos ni las piernas y me siento cada vez más cansada. Vuelvo a cerrar los ojos y sin dejar de llorar, me dejo ir. Mi cabeza da vueltas y no me deja respirar. Me ahogo. De repente, mi cuerpo deja de ser mi cuerpo, dejo de sentirlo, dejo de sufrir a la vez que sé que estoy vomitando pero no siento nada salir de mí, no noto las arcadas. Sigo llorando, sé que las lágrimas ya han llegado hasta mi boca y mi cuello.
Pienso en Zayn, una y otra vez, en sus besos, sus palabras, en su sonrisa cerca de mí. En todas las noches, tardes, y amaneceres que he pasado entre sus brazos. Como un flash, como una ley de murphy, otra imagen se cuela en mis pensamientos. Una imagen que no conozco, que no recuerdo haber vivido. Y vienen más. Un sabor que no he probado, una cara desconocida. Unas manos que no son las suyas tocándome. Una piel que no es la suya rozándome. Me entran arcadas y cuando consigo girar la cabeza para no mancharme, vomito y esta vez me doy cuenta de ello. Todo el dolor vuelve de golpe. Tengo las piernas llenas de puntos de dolor que se agudizan si intento moverme. Necesito ayuda, ¿nadie lo ve? Me estoy ahogando. Cierro los ojos y pierdo el conocimiento de nuevo.

Oigo una voz, pero no sé qué dice. Pregunta algo pero no puedo contestar, repite lo mismo una y otra vez, ¿no se da cuenta? No puedo moverme. Siento una pequeña sacudida y pasos. Me duele la cabeza con el movimiento, se me va a desencajar del cuerpo en cualquier momento. Dios, no siento las piernas, seguro que las he perdido. Quién me está tocando. Qué hace.
-Aguanta.
Es su voz. Creo que me he vuelto totalmente loca. Es la voz de Zayn, la reconocería entre todas las del mundo. Pero no puede ser él, simplemente no puede ser real, sin embargo me decido aferrar a la locura, a su voz. A algo bonito. Me duele la cabeza, no puedo respirar, no puedo hablar.

Cuando vuelvo a tener consciencia estoy en un baño que sé que conozco, suspiro y me doy cuenta de que puedo notar el frío de las baldosas en las piernas y la frente que tengo apoyada en la pared. Miro alrededor, veo a alguien llevando unos vaqueros desgastados que me suenan apoyado en el marco de la puerta. Levanto la mirada pero la luz me ciega y hace que ni siquiera le vea la cara. Suspiro y compruebo que sigo llevando el vestido roto. También que tengo restos de maquillaje y lágrimas por la cara. Genial, si me vieran Alai y Nora se tirarían de los pelos. Mi pobre Nora, si se entera de cómo estoy le fastidiaré el verano con Liam, y no queda nada para que se acabe. Se me llenan los ojos de lágrimas, ¿por qué he tenido que darme cuenta de lo mucho que quería a Zayn cuando le he visto con otra? Se me revuelven las tripas y me inclino sobre el inodoro para echar lo que me queda de intestinos dentro. Cierro los ojos con cansancio, acabo de darme cuenta de lo agotada que estoy.
Abro los ojos y la escena ha cambiado pero no tengo ni la más remota idea de cómo. Sé que he estado despierta hasta ahora, pero de un momento a otro, es como si hubiera despertado. Estoy en el salón de los chicos, lo reconozco perfectamente. Estoy sentada justamente donde siempre solía estarlo con Zayn y él está aquí, a mi lado, abrazándome. Le miro y noto su mirada fija y vacía en el televisor. Está viendo anuncios italianos, en una televisión en silencio, a las 5 y media de la mañana. Intento levantarme del sofá, donde me tiene agarrada, pero me retiene y se levanta él. Me echa un rápido vistazo y se marcha. Cuando se marcha, parece que sus pasos nunca dejan de sonar, que su imagen nunca se aleja. Intento relajarme sin éxito, agarrarme los pulmones, me queman, la cabeza, me duele, las manos, me sangran. Noto la sangre arder y me siento en el suelo, agarrándome la cabeza. Siento el pelo sucio entre los dedos. Me duele todo el cuerpo, me quema, se me va a derretir la piel, la lengua se me mueve sola, he dejado de sentir los pies. Sin su presencia todo se vuelve frío, todo se vuelve dolor. Intento gritar pero ningún sonido sale de mi boca. Vuelvo a intentarlo y finalmente, chillo. Zayn aparece por la puerta y deja un montón de cosas sobre la mesa, no puedo abrir los ojos, pero sé que me mira y finalmente se sienta a mi lado en el suelo y me aprieta con fuerza entre sus brazos. El placer de sus brazos crujiéndome los huesos poco a poco se va llevando la sensación de dolor.
Tras lo que parecen horas, se atreve a soltarme y coge una de las cosas que ha traído y que se han quedado mal tiradas sobre la mesa. Una camiseta suya, la que sabe que es mi favorita y que seguramente me haya puesto más veces en todo el verano que él. Desliza despacio una mano por mi espalda, con cuidado para no asustarme y llega al cierre del vestido. No me atrevo a dejar de sostenerme la cabeza, tengo miedo de que el dolor sea porque se me ha separado del cuerpo. Desabrocha la cremallera y consigue quitármelo entero sin apenas tener que haberme movido. Suspiro como agradecimiento pero ni sonríe.
Me agarra y sostiene para sentarme entre sus piernas estiradas, echa una bola contra su pecho. Entrelazamos las manos y sostiene en alto mis brazos para aprovechar y meter mis brazos por las mangas de su camiseta, para luego pasar la cabeza. Me la baja hasta taparme todo lo posible y luego vuelve a abrazarme, para darme calor. Empiezo a tiritar y estira el brazo a mi lado para coger algo de la mesa y me sorprendo de lo bien que se ve su brazo. Acerca un bote de zumo de los que se beben con pajita y me lo acerca a la boca, para que no tenga ni que moverme. Empiezo a bebérmelo, melocotón, mi favorito y apoyo la cabeza en su pecho, para respirar a la vez que él. Me abraza más fuerte, a falta de mantas, y apoya su barbilla en mi cabeza, meciéndome de un lado a otro entre sus brazos. Tararea algo y ya no sé si es para calmarse él o calmarme yo y la única buena noticia es que, aunque el mareo sea persistente, todo duele menos si es a su lado.
Unos tímidos rayos de sol se cuelan por la ventana del salón y me hacen abrir los ojos. Antes de desperezarme, le busco con la mirada y le encuentro a mi lado en el sofá. Me toca con una mano, como asegurándose de que sigo ahí y me sorprende lo pequeño que parece dormido a mi lado. Y tiene ojeras, como si se hubiera quedado dormido porque no le quedaba más remedio. Me tomo mi tiempo en asegurarme de aprenderme su cara de memoria otra vez, sin que me mire y se pregunte por qué lo hago. Miro a mi alrededor, la casa está totalmente en silencio y no sé por qué tengo la sensación de que todos han preferido dejarnos a solas y dormir en casa de Nora. En la mesa hay otro zumo, una nota y una pastilla.
Pequeña, tómate la pastilla y el zumo si cuando te levantes te sigues encontrando mal. Te ayudarán xx
No es una sugerencia, así que hago caso, ya que de verdad me duele la cabeza horrores. Me tomo la pastilla y me bebo el zumo de un trago para seguir mirando a mi alrededor. En el suelo, donde recuerdo que me bebí el primer zumo, hay varias toallitas prácticamente negras de algo que parece maquillaje. Me toco la cara y noto que está limpia, efectivamente era maquillaje. Al tocarme la cara me fijo en que tengo el pelo recogido, pero no recuerdo haberme hecho una coleta, ni siquiera haber cogido una goma. Vuelvo a mi pasatiempo favorito y le miro. Está tapado con la manta, cosa rara en él, y parece realmente agotado. Siento pena por él, seguramente haya tenido que aguantar mis súplicas para que se quedara toda la noche. Me acerco a él y lentamente acerco una mano a su cara. Rozo con la yema de los dedos sus párpados, sus pestañas, sus labios, sus mejillas y mentón, su nariz... Mantengo la mano en su nariz para sentir su respiración y le noto aspirar fuertemente. Me quedo quieta, temiendo que se despierte.
-Blair... -susurra y suspira.
Me derrito ante lo tierno que acaba de ser eso, que haya reconocido mi olor. Mi interior se debate entre irme y dejarle dormir o dormirme con él todas las horas posibles. No puedo quedarme. Ya hemos tomado caminos distintos, por mucho que me duela. Pero soy incapaz de irme, de dejar de mirarle. Se despereza bajo mi mirada y abre un ojo rojo.

-¿Te has tomado la pastilla? -dice con voz dormida. Asiento y se relaja. Suspira varias veces hasta reunir fuerzas para levantarse y sentarse en frente de mí. Pone una mano en mi frente y evalúa mi temperatura con expresión de sueño. Intento no sonreír.
Nos miramos, veo su mirada recorriendo mi cara, mis manos, y finalmente nuestros ojos se vuelven a encontrar.

-Lo siento -decimos a la vez.
Parece ser que en los dos la frase del otro provoca la misma reacción. Dejamos de mirarnos y nos quedamos en un silencio incómodo. Nunca había sentido tantísima necesidad de hablar pero tan poca fuerza para hacerlo. Sé lo que tengo que decir y ya tengo las palabras exactas en mi cabeza, pero simplemente no salen. Abro la boca pero no consigo articular palabra.

-Yo... -volvemos a decir a la vez y nos reímos, añadiendo más incomodidad al asunto.
-Siento que hayas tenido que aguantar todo esto -digo del golpe y sin respirar. Me mira y niega con la cabeza.
-¿Qué? -digo y me pone un dedo en la boca, haciéndome callar.
-Déjame hablar anda, ¿vale? -asiento y continúa-. Esto, TODO esto, es culpa mía. No me mires así, los dos sabemos por qué ha empezado todo este mal rollo entre nosotros.
-¡Tú no tienes la culpa de nada!
-Si yo no hubiera besado a esa chica, nada de esto habría sucedido -cierro los ojos y contengo la herida sangrante que sigue siendo el hecho de que haya besado a esa chica. Se da cuenta pero sigue hablando-. Es decir, es que no sé ni en qué estaba pensando. Yo, yo no sé hacer esto. No sé expresarme -se ríe y miro la ventana, incómoda.
-La culpa no es tuya, soy yo la que sale por ahí a hacer el loco. Y como no tengo término medio, tengo que hacerlo todo extremo.
-No sé por qué lo hice. De verdad. Yo sólo pensaba en ti, bueno, en el último mes y medio no he pensado en mucho más...
-Zayn, cállate. No puedes pensar así. ¿Bromeas? No puedo exigirte que no estés con otras chicas, no eres nada mío. Yo he sacado las cosas de quicio, como siempre. Toda la culpa es mía. Yo he acabado medio muerta a las puertas de un sitio que ni sabía que existía en un país que no conozco. Es típico de mí, ¿vale? De no ser por mí, no estaría aquí, reteniéndote, obligándote a quedarte con una chica con una resaca tremenda.
-Exacto. De no ser por ti no estaría aquí.
Sonríe y niego con la cabeza. No sabe lo que dice y me está haciendo la pelota, no le gusta hablar del tema. Le conozco demasiado bien.

-Cielo, yo no... es que me siento tan mal. Lo siento, lo siento. -escondo la cara entre las manos y suspiro.
-Pues yo lo siento más y más veces. Yo tengo más culpa.
-No la tienes, ya te he dicho que no puedo decirte nada, no somos nada.
-¿De verdad piensas eso? ¿Después de todo, piensas eso en serio?
-Bueno, creo que mi reacción lo dice todo, ¿no? Para mí desde luego no somos sólo amigos. Pero yo siempre exagero.
Me mira y sonríe.

-¿Sabes en qué pensaba? Cuando la chica... ya sabes...
-No quiero saberlo.
-En ti. Todo lo que era distinto a ti no me gustaba. Y todo era distinto, no eras tú.
Agarro un cojín y escondo la cara. Es demasiada información, demasiado brillante la mañana que veo por la ventana. Parece tan sincero, tan tierno. Me caigo de lado en el sofá y me mira, aún sentado y sonriente.
-No sé qué pensar.
-No pienses -me acaricia el pelo distraídamente-. ¿Te duele algo? ¿estás mejor que anoche?
-Muchísimo mejor.
Bajamos a su cocina, se me hace extraña. Tan diferente de la de Nora, y desde luego la suya no está hecha tan para cocinar como el paraíso culinario de Nora. Me siento en la encimera, y me acuerdo de algo.

-Esto me recuerda al día de nuestros spaghettis a la boloñesa -se me adelanta.
-A mí también, fue un buen día.
-Nuestro beso -dice.
-Culpa de la salsa.
Se acerca y me rodea con los brazos, apoyando la cabeza en mi pecho. Luego levanta la cabeza y me besa con cuidado, despacio. Es algo que había echado de menos, sus besos. Simplemente es como estar en casa cuando me besa, es natural, algo que podría hacer a diario para siempre. Agarro su cuello y le acaricio el pelo mientras sus manos siguen rodeándome pero sin apenas tocarme. Lleva puesto el delantal de "¡Besa al cocinero!'
Cuando le cambio el sitio, se sube a la encimera y yo trasteo por la cocina, buscando cereales.

-Pequeña -dice, llamando mi atención
-¿Mmm?
-Te quiero.

2 comentarios:

  1. Oh dios mio...me vais a matar de un ataque al corazón...¿pero hay alguien más monoso que Zayn? ooohhh me muerooo!!! Me encanta!!!

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